BIENVENIDOS



En este espacio encontrarán actividades muy interesantes ejecutadas por los estudiantes de la Institución Educativa Juan Crisóstomo Osorio y la docente Oga Liliana Giraldo Duque.





HISTORIETAS- CUENTOS Y LEYENDAS

HISTORIETAS Y PLEGABLES ELABORADOS POR LOS ESTUDIANTES DEL GRUPO PRAE




CUENTOS

A continuacion encontrará diferentes cuentos inventados por los estudiantes



UN PLANETA CON AGUA
UN PLANETA FELIZ…


En un tiempo no muy lejano había un grupo de personas que vivían muy lejos de la sociedad, en este lugar era muy difícil conseguir comida y agua.

La comida solo llegaba cada mes y era arroz y papas. El agua provenía de una pequeña cuenca que se hallaba en una pequeña reserva natural. Las familias que allí vivían hacían uso irracional del agua para subsistir. Para cocinar tumbaron los arboles que estaban cerca a la cuenca.

Llego la época de la sequia y estas personas se vieron muy afectadas, ya que el agua que empleaban para su supervivencia comenzó a escasear. Debían caminar largas horas en busca de agua para consumir.

Estas personas al ver la problemática tan grande que tenían decidieron reforestar, y economizar el agua; también realizaron campañas educativas donde concientizaban a todas las familias sobre el uso adecuado de este elemento vital.

Con el paso de los días la cuenca recupero su caudal y a partir de ese momento las familias que allí habitaban y eran beneficiadas por este líquido aprendieron a valorarlo y a protegerlo como un tesoro.

Fin.

LAS HISTORIAS DE JUANITO


Había una vez un niño llamado Juanito, el no tenía la oportunidad de estudiar, sin embargo, mostraba gran interés por cuidar y conservar el ambiente, sobre todo el agua.

Cierto día decidió preguntar ¿Por qué es necesaria el agua? Y su padre le respondió “el agua es muy necesaria porque sin ella no podemos vivir, si ella nos llegase a faltar se morirían todos los animales y nosotros no tendríamos con que alimentarnos”.

Desde ese instante Juanito se dio cuenta de lo importante que era para su vida el agua, y despertó un gran interés por conocer más sobre ese maravilloso líquido. Juanito decidió reunir a varias personas de su comunidad para preguntar “¿Que podemos hacer para conservar el agua?” Muchos quedaron sorprendidos por la pregunta que un niño les formulaba. Sin embargo, un hombre decidió responderle a Juanito “para conservar el agua podemos hacer campañas donde reciclemos todas las basuras de los ríos y capacitar a las personas en los cuidados y beneficios de este líquido tan importante en nuestras vidas”.

Entre todos los miembros de la comunidad decidieron realizar las campañas para conservar el rio más limpio y libre de basuras y contaminantes.

Fin.


LEYENDA LA MADRE AGUA

 Cuentan los ribereños, los pescadores, los bogas y vecinos de los grandes ríos, quebradas y lagunas, que los niños predispuestos al embrujo de la madre de agua, siempre sueñan o deliran con una niña bella y rubia que los llama y los invita a una paraje tapizado de flores y un palacio con muchas escaleras, adornado con oro y piedras preciosas.

En la época de la Conquista, en que la ambición de los colonizadores no solo consistía en fundar poblaciones sino en descubrir y someter tribus indígenas para apoderarse de sus riquezas, salió de Santa Fe una expedición rumbo al río Magdalena. Los indios guías descubrieron un poblado, cuyo cacique era un joven fornido, hermoso, arrogante y valiente, a quien los soldados capturaron con malos tratos y luego fue conducido ante el conquistador. Este lo abrumó a preguntas que el indio se negó a contestar, no sólo por no entender español, sino por la ira que lo devoraba.

El capitán en actitud altiva y soberbia, para castigar el comportamiento del nativo ordenó amarrarlo y azotarlo hasta que confesara dónde guardaba las riquezas de su tribu, mientras tanto iría a preparar una correría por los alrededores del sector. La hija del avaro castellano estaba observando desde las ventanas de sus habitaciones con ojos de admiración y amor contemplando a aquel coloso, prototipo de una raza fuerte, valerosa y noble.

Tan pronto salió su padre, fue a rogar enternecida al verdugo para que cesara el cruel tormento y lo pusieran en libertad. Esa súplica, que no era una orden, no podía aceptarla el vil soldado porque conocía perfectamente el carácter enérgico, intransigente e irascible de su superior, más sin embargo no pudo negarse al ruego dulce y lastimero de esa niña encantadora.

La joven española de unos quince años, de ojos azules, ostentaba una larga cabellera dorada, que más parecía una capa de artiseda amarilla por la finura de su pelo. La bella dama miraba ansiosamente al joven cacique, fascinada por la estructura hercúlea de aquel ejemplar semisalvaje.

Cuando quedó libre, ella se acercó. Con dulzura de mujer enamorada lo atrajo y se fue a acompañarlo por el sendero, iternándose entre la espesura del bosque. El aturdido indio no entendía aquel trato, al verla tan cerca, él se miro en sus ojos, azules como el cielo que los cobijaba, tranquilos como el agua de sus pocetas, puros como la florecillas de su huerta.

Ya lejos de las miradas de su padre lo detuvo y allí lo besó apacionadamente. Conmovida y animosa le manifestó su afecto diciéndole: !Huyamos!, llévame contigo, quiero ser tuya.

El lastimado mancebo atraído por la belleza angelical, rara entre su raza, accedió, la alzó intrépido, corrió, cruzo el río con su amorosa carga y se refugió en el bohío de otro indio amigo suyo, quien la acogió fraternalmente, le suministro materiales para la construcción de su choza y les proporcionó alimentos. Allí vivieron felices y tranquilos. La llegada del primogénito les ocasionó más alegría.

Una india vecina, conocedora del secreto de la joven pareja y sintiéndose desdeñada por el indio, optó por vengarse: escapó a la fortaleza a informar al conquistador el paradero de su hija. Excitado y violento el capitán, corrió al sitio indicado por la envidiosa mujer a desfogar su ira como veneno mortal. Ordenó a los soldados amarrarlos al tronco de un caracolí de la orilla del río. Entretanto, el niño le era arrebatado brutalmente de los brazos de su tierna madre.

El abuelo le decía al pequeñín: "morirás indio inmundo, no quiero descendientes que manchen mi nobleza, tu no eres de mi estirpe, furioso se lo entregó a un soldado para que lo arrojase a la corriente, ante las miradas desorbitadas de sus martirizados padres, quienes hacían esfuerzos sobrehumanos de soltarse y lanzarse al caudal inmenso a rescatar a su hijo, pero todo fue inútil.

Vino luego el martirio del conquistador para atormentar a su hija, humillarla y llevarla sumisa a la fortaleza. El indio fue decapitado ante su joven consorte quien gritaba lastimeramente. Por último la dejaron libre a ella, pero, enloquecida y desesperada por la pérdida de sus dos amores, llamando a su hijo, se lanzo a la corriente y se ahogó.

La leyenda cuenta que en las noches tranquilas y estrelladas se oye una canción de arrullo tierna y delicada, tal parece que surgiera de las aguas, o se deslizara el aura cantarina sobre las espumas del cristal.

La linda rubia que sigue buscando a su querido hijo por los siglos de los siglos, es la MADRE DEL AGUA. La diosa o divinidad de las aguas; o el alma atormentada de aquella madre que no ha logrado encontrar el fruto de su amor.

Por eso, cuando la desesperación llega hasta el extremo, la iracunda diosa sube hasta la fuente de su poderío, hace temblar las montañas, se enlodan las corrientes tornándolas putrefactas y ocasionando pústulas a quienes se bañen en aquellas aguas envenenadas.

Fin